Tienes un email
El lunes pasado fui a un desfile con mi amiga Cristina y cuando acabó, cambiamos el champagne por un café de Starbucks de vuelta a casa. El primer café de Starbucks lo tomé en Nueva York. Dormíamos en el hotel Grand Hyatt, al lado de la Grand Terminal, e íbamos a un sitio de desayunos en una esquina. Probé los bagels y un café de Starbucks espectacular, e iba embotellado. Creo que fue mi primer café y tenía 14 años. Starbucks siempre me recordará a Nueva York.
Al día siguiente, casualmente, Paco de la Fuente -colaborador del programa de la radio y una gran crítico de televisión que a sus más de 80 años nos alumbra con su sabiduría- relataba que vivió su segunda juventud en la ciudad de los rascacielos. Me quedé anonadada. Paco contaba que el amigo con el que vivía le prohibía leer The New York Times, porque al leer el periódico lo pasaría mal al comprobar todas las cosas que sucedían en la ciudad sin poder ir a ninguna.
Madrid es un poco Nueva York, lo he dicho en algún artículo. En la capital no dejan de pasar cosas. El jueves me perdía dos desfiles, por estar por trabajo en Valencia, y ese día cogía el tren en la estación donde la noche anterior se había sucedido un show en una pista de patinaje. El miércoles recibía una invitación para un evento en una galería. Y en Chamberí han abierto un restaurante con pizzas inspiradas en Australia. En Madrid no dejan de ocurrir cosas, pero a mí todas, últimamente, me llevan a Nueva York.
El viernes íbamos a cenar a Llama Inn y en la mesa de al lado había unos italianos y una diseñadora de Amsterdam. “Qué ambiente más cosmopolita”, dije. “Parece que estamos en otro sitio”. No es baladí que el restaurante tenga su primera sede en Manhattan.
I want to be a part of it
New York, New York…
(Cantaba Frank Sinatra).
El domingo lo hemos pasado descansando en casa y he puesto “Tienes un email”, clasicazo de 1998 con Tom Hanks y Meg Ryan, que yo no había visto nunca. Me ha hecho gracia ver cómo los personajes se cruzan en un Starbucks, y como en sus emails reflexionan sobre sus cafés, que son el mejor catálogo de las distintas personalidades que abundan en la ciudad a la que Lorca le dedicó un poemario. Hoy llevo unos vaqueros que me compré en mi último de viaje, en 2018. La capital del mundo todo el rato.
Creo que todo esto tiene que ver con la ley de la atracción, esa creencia que dice que la mente influye en las vidas de las personas. No sé si es verdad, pero creo que es bueno mencionar aquello que te hace feliz, o aquello que te hace ilusión. O aquello que al pensarlo, te haga sentir cosas buenas. Como Nueva York, en mi caso. Al final, acabas siendo un imán de la energía positiva que existe en el ambiente. Todo aquello que te hace sentir el sorbo de un café calentito. ¿Esta atracción existe? No lo sé, pero todo esto me ha hecho reír al darme cuenta de una cosa: he empezado y terminado la semana con, prácticamente, un café de Starbucks en la mano.
De mi última viaje a Nueva York, a entrevistar a Tommy Hilfiger y a Zendaya. No he encontrado fotos de aquella vez con 14 años…
Para que hables en el próximo Guateque…
La canción: Llevo toda la semana escuchando esta canción que me ha pegado mi hermano: Soy Gitano, del grupo californiano Paco Versailles.
El restaurante: El jueves en Valencia comí arroz en Vaqueta Gastro Mercat y me gustó mucho (aunque tardaron muchísimooooooooo en servirnos).
El documental: Este finde hemos visto también un documental sobre la torre Windsor de la productora de Jordi Évole, Producciones del Barrio. Se llama ‘La maldición del Windsor’ y es interesantísima la forma en la que se desarrolla. La historia, ya lo sabemos, lo es. Uno de los grandes rascacielos de la capital. ¿Ves? Volvemos a Manhattan…
(Porque ya sabes que en los guateques se hablan de muchas cosas).
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