The eye has to travel
Estas semanas han sido un no parar. Me parece mentira que empecé marzo rozando mi viaje a Venecia, disfruté de menos de 24 horas en París y conocí, por primera vez, Dubái. Un paisaje joven, sobredimensionado y avasallador que no me ha dejado indiferente… y he de reconocerlo, me ha encantado. También he tenido la suerte de dormir en dos hoteles de ensueño y de vivir experiencias absolutamente fuera de lo normal, con un grupo de periodistas con el que todos hemos hecho terapia. Los viajes de prensa generan pequeñas familias, con sus propias bromas y hasta su propia jerga… una pequeña conexión que dura pocos días pero que te hace disfrutar aún más. Eso forma parte de la experiencia. Pero… ¿Quién me iba a decir a mí que este mes disfrutaría de un desfile en Le Marais y subiría a un globo en mitad del desierto?
Soy de las que dice en voz alta que somos afortunados -yo y el grupo que va conmigo- y me gusta cuando me acompañan con el brindis y sonríen como diciendo: “pues tienes razón”. Y es que me abrumo solo con estas palabras que escribo siendo consciente de que a veces tengo un trabajo mágico. Y escribo esto en un tren camino de Madrid, dejando atrás Barcelona, y me gusta comprobar cómo me maravillo disfrutando de unas vistas epatantes de Dubái en Cloud 22 y cómo me encanta haber descubierto el Monasterio de Pedralbes. Es una de las cosas que más me gusta de Barcelona, el paso de la historia, algo que le falta a Madrid.
El mes de marzo ha sido insuperable, y aunque sé que lo mejor está por venir, me da pena ver como el calendario marca que los días se acaban. La vida me sonríe y los ojos lo hacen con ella, y es que no dejo de hacer algo que refleja mi frase favorita de Diana Vreeland: “The eye has to travel”.
Este año en la cena de los deseos y los propósitos no añadí en la lista el verbo “viajar”. Nunca lo había hecho porque es una de las cosas que más me gustan del mundo... Y sin embargo, la vida me sorprende con más billetes de avión que nunca y experiencias inigualables. Incluido un maravilloso fin de semana en familia en Barcelona. Qué feliz me hace viajar. Si al final la vida trata de hacer las cosas que te gustan.
Cloud 22, en Dubái.
Para que hables en el próximo Guateque…
El restaurante: Mi amiga Clara me llevaba recomendando La Xarxa, en Barcelona, desde hace mucho tiempo… Y este sábado reservé con mi familia. Clara, desde Buenos Aires, nos invitó a una botella de cava y yo brindé con ella en la lejanía. Es fantástica. Ella y las gyozas de butifarra junto a las patatas bravas. Las bravas me hacen feliz.
El libro: En el tren Madrid-Barcelona, Barcelona-Madrid me he leído ‘Un invierno en Mallorca’ de George Sand. Lo hablaba con mi padre en el tren, que nos gustan los libros que nos hacen viajar a otras épocas y a otros lugares. Es un libro de 1842 y Sand -pseudónimo de la autora- narra la experiencia de Chopin en la isla de Mallorca y más concretamente en Valldemossa.
La película: En el viaje de Dubái a Madrid vi ‘Past lives’ y me encantó. Sé que va a ser una de las películas más bonitas de este 2024.
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