Si sucede, conviene
Cantaba Ana Torroja de Mecano: ‘Hacemos el balance de lo bueno y malo… 5 minutos antes de la cuenta atrás’. Es la última newsletter del año y toca eso, hacer balance, sobre todo después de abrir el corazoncito la semana pasada. Recibí un email precioso. Un abrazo de una de las personas que abre su email cada semana y que notó que yo estaba sensible esos días. Esa es una de las cosas buenas que me llevo en este balance: la increíble conexión que se puede conseguir, aunque haya una pantalla de por medio.
Ha sido un año de crisis de los 30… Y han sido 365 días de cosas increíbles. Ayer me puse a echar un vistazo a mis recuerdos de Instagram -es mi álbum personal- y fue cómo buscar en un bolsillo y encontrar un billete de 20 euros. Qué afortunada. Llené de primaveras enero con un viaje a Sevilla con mis amigas. Fui a mi primera boda con ellas, porque se casaba mi mejor amiga desde los 9 años. Conocí Lanzarote con Mr. A y me enamoré de la arquitectura de César Manrique. Me cautivó el norte de la isla de Tenerife. Tengo muchas ganas de volver a Canarias.
Aprendí a hacer producciones, hice de estilista… Aprendí mucho en un trabajo que me agrandó el CV pero me apachurró el corazón, como dicen en Café con aroma de mujer. Me ocurrieron una de esas experiencias que lees en las revistas y que no es fácil vivir en una cena en la calle Almagro, rodeada de auténticas obras de arte. Mi padre me llamó para preguntarme si estaba en la fiesta de los influencers. Yo le dije que estaba en un sitio mejor.
Fui modelo de pelo para Telva -¡ahora no podría!-, subí a Barcelona y celebré mis 30 en Toulouse en un increíble viaje sorpresa. Lloré mucho -soy muy sensible-, pero llené la maleta de postales y fotografías. Tan buenas, que me escribieron por email para darme las gracias por tal campaña a favor de la ciudad francesa. Volvimos a las Cruces de Córdoba y bailamos sevillanas. Regresamos a la Feria de Jerez, previo desfile en el Museo Balenciaga. Mayo con sabor a rebujito. Fui a Menorca varias veces, estuve en bodas preciosas. Empecé el verano en Ibiza, haciendo de chamana en un grupo divertido de periodistas. Y quemamos deseos, claro. No sé si gracias a mis conjuros se cumplirán… El más importante, en mi caso, no se ha cumplido (todavía). Me corté 30 centímetros de pelo… Y lo doné. Lo pasamos genial en Galicia. Esa exposición de Chanel y Picasso sigue en mi memoria. Darme cuenta de la suerte que tengo con algunas amigas. Aprendí que una sale más guapa en televisión si se pinta los labios.
Cumplí el sueño de conocer Comporta, pasamos un fin de semana en Begur, me cautivó de nuevo la Costa Brava -a pesar de quedarme con ganas de Pals, atenta al juego de palabras-. Descubrí que el mejor remedio para mis dolores de estómago es una buena dosis de Camilo. El consultorio de invitadas no ha dejado de darme alegrías. Una semana en Roma en verano y otros tantos días en otoño en buena compañía. Una semana en familia en Inglaterra. ¡Atreverme con la newsletter!
La Sala Roja del Hotel Santo Mauro solo me ha dado alegrías este año: un concierto con Caroline de Maigret de acompañante y los Ketama, y un concierto -café calentito mediante- de mi favorito Zenet. Volver a Londres. Disfrazarme de Coco Chanel. La boda de mi amiga de la playa. Sevilla de nuevo. Punta Umbría un par de veces. Y sí, ha habido momentos tristes y de bajón -¡espero que no suceda nada estos días!-. Ha habido muchos, sí, ha sido un año de montaña rusa… Pero tengo la virtud de solo acordarme de lo bueno, de quedarme con la adrenalina de la atracción. Esto no es de 2022, esto es un aprendizaje de la vida.
Me he acordado de lo inmensamente feliz que me hace viajar, pero como he compartido hace un rato:
Which is more important: the journey or the destination?
The company
Y sí, este año he aprendido a estar con mi propia compañía sin que me resulte raro. He disfrutado mucho de los míos, dando igual el lugar. Porque en esos balances que canta Ana Torroja también -o lo más- importante son los aprendizajes. Y al final, en lo que hay que reflexionar no es solo en los sitios que han estado nuestros pies, también en aquellos en los que se ha alojado nuestro corazón. En esas experiencias que nos han hecho aprender y escribirlo en el libro de la vida. En esos momentos que se nos quedarán en nuestra memoria para siempre. En aquellos días que han supuesto un antes y un después. A Eliza, de My Fair Lady -película que estoy viendo gracias a mi amiga Cris-, le dicen que para estar limpia por dentro hay que estar limpia por fuera. Y al revés. Para que resplandezca nuestro rostro debe hacerlo nuestra alma.
Hay un disco de Zenet que me encanta que se llama “Si sucede, conviene”. Es una de las frases que más dice mi madre: “Todo lo que sucede, conviene”. Es verdad. Y casualidad, es una de las cosas que más me he repetido en 2022, cuando las cosas se torcían. Aprendizaje de este año, lo repetiré en 2023. Espero tener una lista así de larga de cosas buenas el año que viene. Que tengas un año fantástico.
Audrey Hepburn como Eliza en ‘My Fair Lady’. Una representación de cómo me he sentido a veces en este 2022…
Para que hables en el próximo Guateque…
La canción: No es una canción del disco que te hablaba de Zenet, pero esta canción de esta artista malagueño me encanta, y más en esta versión con Silvia Pérez-Cruz. Déjame esta noche… soñar contigo.
El restaurante: Llevé a mis padres a Le Club Sushita porque sabía que el viaje en el tiempo que se hace, a la década de los 70, es una maravilla (como la lluvia en Sevilla). Y sí, aquí lo importante no era la destination, lo importante era la company.
El consejo: Haz un balance como el mío, recuerda todos esos momentos buenos que ha tenido el 2022. Seguro que sacas algo positivo. Pues eso, que tengas un año increíble. Gracias por acompañarme.
(Porque ya sabes que en los guateques se hablan de muchas cosas).