La mala educación
Javier Aznar, en su podcast 'Hotel Jorge Juan’, hace un clásico cuestionario Proust a sus invitados. Una de las preguntas es algo así cómo: “¿qué rasgo no soportas en los demás?”. Alguna vez me he imaginado respondiendo a esa pregunta y siempre he pensado que diría “el egoísmo”. Bueno, creo que ahora diría la mala educación.
No soporto a la gente que no dice “buenos días”, que no da las gracias, que no sujeta la puerta, que da portazos. Me irrita la gente que te habla con superioridad moral -seas jefe o becario-, que te exige que le hagas las cosas, que te escupe las cosas como si sus palabras te aplastaran, incómodas, como un cojín en la cara. Me da urticaria que la gente no sepa comportarse. Me apena, en definitiva, que haya gente tan maleducada.
La mala educación es como la pizza con piña, el calcetín que no te deja abrir el cajón, el anuncio en mitad de una película, el despertador de las 7, el sorbo de café que te abrasa la lengua. Es eso que hace la vida menos bonita. ¿Cómo es posible que alguien se despierte cada mañana con el objetivo en la vida de estropearla con su mezquindad?
Si Javier Aznar me preguntara: “¿qué rasgo es el que más te gusta de ti?”, creo que presumiría de ser una persona educada. No porque en el autobús deje a la gente sentarse, suela dar las gracias, sonría al cruzarme un vecino, sujete la puerta, sirva agua en la mesa, piropeé a quién está guapo y diga siempre “por favor”. Me gusta facilitar a la gente la vida con mi galantería y saber estar. Así me han educado en casa. Este fin de semana leía en The Cut un decálogo de la buena educación que me tuvo entretenida un buen rato. ¿Es necesario que se escriba un manual para que nos demos cuenta de que a veces somos idiotas?
Esto, captado del artículo, es un buen resumen de todo:
95. Es de buena educación tener la cámara encendida en un Zoom o una reunión por Teams.
¡Lo sentimos, Generación Z! Y para aquellos que necesiten tener la cámara apagada, dígaselo al anfitrión al inicio. No hace falta dar una razón, es tu problema.
Pero no hagas un Zoom desde el Palacio de Versalles.
Si lo que se ve detrás, en tu videollamada, contiene una infinity pool, una gran escalera de mármol o las vistas desde tu yate, lo mejor es es buscar una pared blanca.
Pues eso, no seas el que tiene la infinity pool detrás, sé una pared blanca. Sé educado. El karma te recompensará. Y yo, también.
En La Parra todo es bonito.
Para que hables en el próximo Guateque…
La serie: Estamos viendo ya la segunda temporada de The White Lotus, que viendo solo un capítulo, me gusta más que la primera. Creo que es porque hablan italiano, y bueno Sicilia, la moda, la música… En ese manual de The Cut, Lauren Santo Domingo habla de sus normas de buen gusto y añade: “Be up-to-date with The White Lotus. As in, don’t put your hands over your ears and scream “No spoilers!” . Ella también ve la serie.
La canción: Estos días escucho Viene de mí, de La Yegros. No me preguntes por qué.
El restaurante: Me gusta mucho -muchísimo- La Parra, en la calle Monte Esquinza. Me encanta el servicio exquisito, los azulejos, la luz tenue, las lámparas en color burdeos, la gente bien vestida, los hombres en americana. Sentarse en la mesa y que te iluminen las velas del piano. Que los ojos no sepan mirar de tanta belleza a tu alcance. Es un sitio al que ir y comportarse con educación, claro.
(Porque ya sabes que en los guateques se hablan de muchas cosas).
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