Hace un tiempo pasamos el verano en Croacia. Fue después de muchos años sin vacaciones y de un verano frenético en la radio. Cuando todo el mundo recogía sus maletas -y sus suspiros por volver a trabajar-, nosotras metíamos en la nuestra los últimos días del verano. Y las ganas. Split, Dubrovnik y la isla de Hvar fueron los lugares que salían en nuestras postales. Sueño con volver para dormir en uno de sus magníficos hoteles de lujo, con vistas al Adriático, pero en aquellos tiempos mal dormíamos en apartamentos antiguos con vistas al mar -eso lo hacíamos bien- y más de un millón de escalones. Imposible olvidarse del Templo de Júpiter de Split. También de esos cubos de playa llenos de ginebra con los que brindábamos por ese verano de juventud. Mejillas sonrojadas y pocas arrugas. Lo importante era llenar cada minuto del tiempo con un poco de bronceado, una vista bonita o una copa de vino barato.
Esta semana, leyendo National Geographic, me he visto nadando en la isla croata de Lastovo. Pequeño trozo de tierra rodeado de aguas cristalinas, es la foto que querríamos tener de fondo de pantalla en el ordenador. Yo tengo, desde hace años, a Audrey Hepburn en una piscina fotografiada por Terry O’Neill, pero seguro que hay quien tiene una isla paradisiaca similar en su Windows y ni siquiera sabe ubicarla en el mapa. Me ha apetecido volver a este país del Adriático y a esos vestidos cortos de colores que me ponía por aquel entonces.
Este fin de semana he estado en Altea con amigos. Íbamos escuchando toda la lista de Estrella Damm mientras salíamos de Madrid de madrugada… y a mediodía estábamos bañándonos en el mar y yo me sentía Bianca Bialti en Capri. Hay pocas sensaciones más placenteras que el primer baño del verano. Salir del agua, pelo hacia atrás, caricia del océano. Raise your hands and sing it with me. Sometimes the strongest and most wonderful things are those we cannot see…
Nos hemos dedicado a hablar y a beber cerveza y tinto de verano helado, a embadurnarnos de crema como quien unta un crepe de Nutella. A mirar el mar y el horizonte, a intentar no caernos en las piedras, a leer si la sombra nos dejaba y a recordarnos lo afortunados que éramos. Fernando Savater dice que el entusiasmo no se dice, se contagia, y yo no he dejado de hacerlo. Por eso he pedido brindis por ello y no he dejado de sonreír para recordarlo. Por cierto, mi amigo Álvaro me dijo el otro día que mi personalidad es entusiasta.
Me ha hecho gracia porque mi amiga María, con la que fui a Croacia, ha recordado esa fotografía que tengo en mi salón en la que salimos encima de una playa de guijarros como la que estábamos en ese momento. Creo que el único momento que paramos fue para hacernos la foto. Con 25 años siempre pensábamos en el momento siguiente. En el atardecer que queríamos ver en el Hula Hula. En la discoteca de la isla enfrente de Hvar. El lugar al que íbamos mañana. Lo que nos íbamos a poner esa noche -vestidos cortos y pendientes de colores-.
Ahora -será la edad- saboreamos la sal de los labios del primer baño del verano como si fuera un postre de Disfrutar… y hacemos mil fotografías al turquesa del Mediterráneo para recordarnos que queda un suspiro para agosto. Vivimos el momento presente. Nos pellizcamos por ello. Esa es la diferencia de aquel viaje a Croacia y de mi momento de paraíso particular. Supongo que con la edad no solo aprendes a ser mejor periodista. También a ser más consciente de lo que es la vida. Madurar, lo llaman.
En ese artículo de National Geographic hablaban del arte local de no hacer nada. En croata el dolce far niente lo llaman fjaka. Para mí los días de descanso son eso: leer Cumbres borrascosas, que me traigan un tinto de verano bien frío a la toalla y observar, simplemente, el mar. Habrá que volver a Croacia para saber qué se siente. Mientras tanto, bajaré a mi pequeñísima piscina de Madrid para seguir practicando el estupendo arte de no hacer nada. La verdad, no puedo quejarme, tampoco sé esta tan mal. Y si no, Mecano ya nos dejó las instrucciones: Hawaii Bombay, son dos paraísos…
No es la playa de guijarros, pero es mi foto favorita de aquel viaje a Croacia.
Para que hables en el próximo Guateque…
La serie: Hemos visto el primer capítulo de Archie, la serie que cuenta la vida de Cary Grant. Le encarna Jason Isaacs. Mis aplausos para el equipo de caracterización y fotografía. La tenéis en Filmin.
El restaurante: El Cranc es un clásico de Altea y allí nos llevaron mis amigos. Lo ha tuneado Georges Parra -que no es mi amigo, ni le conozco ni nada- pero ese toque tiene su punto. Ensaladilla con huevos fritos, vino rosado de la tierra y arroz, ese fue el menú.
El podcast: No he terminado de escuchar el último podcast de Javier Ambrossi que tiene en la SER. Hablan de libros. El que tengo entre manos es sobre Breakfast at Tiffany’s, de Capote. Tengo el libro en la estantería. Creo que este verano lo voy a volver a leer. Habrá que practicar el fjaka.
Estoy deseando leer qué es el fjaka para vosotros. Aunque os confesaré que yo le seguiré llamando dolce far niente. Gracias por vuestros emails y mensajes. Nos leemos. Y si os apetece, no dejéis de compartir.