Extraños en la noche
Este fin de semana he estado en Sevilla en una boda, he visto casarse a una amiga de la infancia. Después de nuestro reencuentro me di cuenta de por qué fuimos tan amigas de pequeñas: ambas éramos unas románticas. Y lo seguimos siendo. Cuando la vi vestida de novia, con su gran lazo en su espalda y su tiara de princesa, la recordé con sus vestidos rosas y sus preciosas blusas, esas prendas que yo a veces veía en sus maravillosos cajones y que custodiaba para las grandes ocasiones, porque en la playa o lucíamos bañadores, o nos disfrazábamos. Me hizo mucha ilusión acompañarla en un día tan especial para ella.
En su boda, el maestro de ceremonias hizo un fantástico discurso que hizo que me emocionara. Tanto, que di gracias de estar sentada en una esquina. Los guantes que llevaba me sirvieron de paño de lágrimas. Mencionó varias frases de poetas, músicos y filósofos, que como él explicaba, reflexionaban acerca del amor efímero. Como aquella de Pablo Neruda que decía: “es tan corto el amor, y tan largo el olvido…”. También habló de la visión que tenía el filósofo Ortega y Gasset acerca de lo que entendía como amor — “el amor romántico es una de las creaciones más sugestivas de la evolución humana”—. Pero yo me quedo con la mejor frase de todas, esa que hacía referencia a lo que yo considero también amor, ese love -tes quiero, may lof de La Canalla, como dice la canción- para toda la vida del que no muchos poetas, músicos y filósofos hablan. Así decía el escritor francés Antonie de Saint-Exupéry y así tiene que ser: “Amar no es mirarse el uno al otro, es mirar juntos en la misma dirección”.
Hay quien no entiende por qué me gustan tanto las bodas. Yo lo considero un acto mágico. Probablemente el evento más bonito del que podemos disfrutar como personajes secundarios. Como principales ni te cuento. Que dos personas se encuentren, entre tantas que hay en el mundo, y decidan pasar juntos el resto de sus días… Me parece un milagro. Poder verlo con nuestros propios, poder deleitarnos de las chiribitas que surgen en cada mirada, en cada beso y en cada susurro de los novios… Piénsalo, somos muy afortunados. Porque no estamos viendo ‘Love Actually’ desde el sofá de casa. No estamos disfrutando de ‘El diario de Noah’ desde el sillón con unas palomitas, somos testigos de una película romántica de la vida, con un maravilloso final feliz.
En las bodas somos testigos de una película romántica de la vida, con un maravilloso final feliz.
El maestro de ceremonias decía algo así como “el amor mueve el mundo”, y yo no podía no aplaudirle con el corazón, porque no hay verdad más certera. Y lo dice una periodista que siempre va con la verdad por delante. “El amor es la poesía de los sentidos”, decía Balzac.
Si yo siento esta felicidad, ¿qué sentirá el que se case? Hay una canción que canta en español Estela Raval y Los 5 latinos —y que he compartido en una newsletter, ‘Extraños en la noche’— que puede definirlo un poco: Somos tú y yo, en esta noche azul… Algo en tu mirar que me domina, y tu sonreír que me fascina, es como un imán en esta noche azul… Dos extraños son que se unen para compartir su soledad, sin darte cuenta que su dicha cerca está y se cumplirá… Ay, pues eso. Aquí no vale la frase ‘esto solo pasa en las películas’. Ahora me entiendes… Piénsalo. ¿Hay algo más bonito que una boda?
Fumando espero, al hombre que yo quiero… Mr.A me sacó esta foto en la boda. Es la pose que me imagino cuando escribo esta newsletter, así… Como reflexiva.
Para que hables en el próximo Guateque…
El restaurante: Me enamoré de La Abacería de San Lorenzo en Sevilla, muy cerca de la Alameda de Hércules. Algo tan sencillo como una copa de rosado y unos huevos fritos con patatas y tomate frito, me hicieron muy feliz. No tanto como una boda… Pero casi.
El hotel: Había escrito sobre el Alfonso XIII, pero nunca había entrado. Pude hacerlo este fin de semana. Qué jardines, qué artesonado, qué belleza en cada lugar… Yo solo quiero rodearme de cosas bonitas. Mi madre dice que de joven se arreglaba con sus amigas y se acercaba a tomar café. Si vas a Sevilla, te recomiendo que hagas lo mismo.
La canción: Otra canción que ha sonado mucho estos días es una de las últimas de María Jiménez: ‘¡Qué felicidad la mía!’. Me encanta la versión con Miguel Poveda y pssst… Es una versión de unos 6 minutos con algunas de las mejores canciones de la artista.
(Porque ya sabes que en los guateques se hablan de muchas cosas).