Be elegante, my friend
El otro día hablaba Jesús Terrés de la elegancia en el consultorio que hace el último domingo de cada mes. El periodista hablaba de la elegancia yendo más allá. Porque no es solo una actitud que se lleva por fuera, también se tiene por dentro. Yo lo compartí en mi perfil, como hago cuando algo me entusiasma, y enlacé un artículo suyo de Vanity Fair -una de las revistas más elegantes que conozco- en el que describe muy bien esa sensación que trato de describir: “La elegancia no es estética, más bien es una forma de estar, de ser, de mirar, de comportarse, de sonreír, de hablar…”. Guardo la revista en papel en casa y una captura fotográfica en el iPhone. Y es verdad, no puede haber mejor piropo que un “qué elegante eres”. Eso mismo respondí cuando Mr. A me preguntó el otro día que qué era lo más bonito que me podían decir.
Estoy muy de acuerdo con la definición que proporciona la Real Academia Española, a la que acudo para saber más de un término: “Dotado de gracia, nobleza y sencillez”. También me gusta “dicho de una persona que tiene buen gusto y distinción para vestir”, pero creo que lo primero describe mejor mi sensación. Lo decía Balzac: “la elegancia no consiste tanto en el traje como en el modo de llevarlo”. Una camisa clásica en color blanco es elegante. Porque no pretende nada. Audrey Hepburn lo era -y lo sigue siendo-. Pero quien te da los “buenos días” en el portal también lo es. Las mesas de la fotógrafa Elena Bau son elegantes. Cada mañana elige una mantelería y una vajilla diferente para su desayuno en casa. Lo hace para ella. Las fotos en blanco y negro son elegantes. Nuestros abuelos lo eran. O la mujer maravillosa que vi en el aeropuerto de Santiago y como dijo mi compañera periodista Amelia Larrañaga: “Sale del avión como si estuviera saliendo de la ópera”. Pero también es elegante el que te da las gracias. Quien te hace un favor sin esperar nada a cambio. Una prenda vintage. Una casa con flores. El sencillo frasco de Chanel Nº5. Y la pareja madura a la que quiero parecerme de mayor que estaba hoy en Lhardy, con sus monturas de gafas bonitas, sus gabardinas fantásticas y sus zapatillas Veja. Lhardy, con su encanto del pasado y sus finísimos hojaldres, es lo que yo entiendo como un lugar elegante. El caldo, noble y sencillo, también lo es.
“Sale del avión como si estuviera saliendo de la ópera”, así habría que ir por la vida.
Una cama con las sábanas blancas y planchadas es elegante. Una ciudad limpia también lo es. Quien te deja pasar en el autobús es elegante. Y la oscura noche. Quien te recoge algo que se te ha caído y te avisa. Quien se arregla igual vaya al médico, a cenar o a la panadería, sin distinción. Mi madre, lleve lo que lleve, lo es. O los dibujos simples de @thecartorialist, que acabo de descubrir mientras escribo esta newsletter. París es elegante. Y Bath -lo digo en un artículo que he escrito-. Pero todas estas cosas no son elegantes porque son estridentes o porque son estéticamente bonitas, lo son porque nos reconfortan -a los ojos y al corazón- por su belleza sin propósito.
La buena educación también es elegante. Lo decía Coco Chanel: “la clave de la elegancia es la sencillez”. Volviendo a la frase de Balzac llego a la conclusión de que ser elegante implica cómo te enfrentas a la vida. Cómo te enfrentas a los demás. Trata de hacerlo todo mejor, como una camisa blanca, que hace lucir más tus vaqueros. Sé agradecido. Haz las cosas más bonitas y agradables sin propósito. Hasta lo que llevas y lo que dices. Me gusta todo aquello que concibo así -elegante-, por eso pedí por Sant Jordi el libro de Milena Busquets ‘Hombres elegantes y otros artículos’. Por el título ya sabía que me iba a gustar. En definitiva… Be elegante, my friend.
La pareja de Lhardy… Y Lhardy.
Para que hables en el próximo Guateque…
La canción: Para mí Frank Sinatra es uno de los cantantes más elegantes de la historia… Pero me encanta la versión de Antonio González ‘El Pescaílla’ de ‘Extraños en la noche’ (Strangers in the night, claro) que no he dejado de escuchar estos días.
El artículo: Ahora es un buen momento de ir a Bath, seguro que este artículo -del que hablo- te convence. Imagínate el otoño, dorando el paisaje, en esta ciudad tan elegante y de cuento…
La exposición: Amelia Avia expone en la Sala Alcalá 31 y su forma ‘elegante’ de ver las tiendas de los años 60 y 70 de Madrid me ha cautivado. Hiperrealismo con, dicen, un toque pop.
(Porque ya sabes que en los guateques se hablan de muchas cosas).