Bálsamo
Estos días han sido un bálsamo. De dormir ocho horas y tener el corazón calentito entre las sábanas y entre vinos. De momentos bonitos con gente que merece la pena. Ha habido tardes en el sofá de no hacer nada, sabiendo que estábamos los dos. Y ha habido otros de ser multitud a la hora de brindar. Y todo está bien. Eso es como vaselina para los labios secos.
He cantado a grito pelado en el coche de camino a Piedralaves, hemos hecho planes para cuando sea tiempo de encender la chimenea, nos hemos reído perdiendo apuestas, nos hemos puesto finos en Alimentación Quiroga. Hemos paseado y descubierto nuevas galerías en Chueca, ha habido reencuentros fantásticos, he descubierto las albóndigas de pato de la gastronomía georgiana… Y he vuelto a esa frase que me describe tanto: “tripa vacía, corazón sin alegría”. Buena compañía y un buen plato de comida, es un buen bálsamo en mis días.
“Somos invitados de la vida” Heidegger dixit.
Y estos días han necesarios después del desazón del más allá. Conectar con el “aquí” te hace olvidarte, por unos momentos, de lo que hay lejos. Dice el filósofo Heidegger que “somos invitados de la vida”, y qué menos que dar gracias por nuestra situación. Hoy es lunes, comienza una nueva semana, no sabemos qué vendrá. Pero como hago cuando me invitan, me arreglaré y brindaré porque estamos bien, en honor al anfitrión. Porque estamos bien y porque todo irá bien. Eso espero. “Todo lo grande está en medio de la tempestad”, Heidegger dixit.
Un vino en Alimentación Quiroga.
Para que hables en el próximo Guateque…
El restaurante: Las albóndigas de pato las comí en Nunuka, un bistrot georgiano en Chueca que me enamoró. Ya estamos pensando en reservar con amigos.
El documental: Lo habréis visto, pero este puente hemos visto el documental de David Beckham en Netflix y me ha sorprendido para bien.
La canción: Estos días ha sonado mucho en mis auriculares ‘Mágica y eterna’ de Xoel López. Aún me acuerdo de su concierto en Menorca, un verano… Hace tres o cuatro agostos.
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