“Según Baudelaire, la elegancia del dandi a veces consiste precisamente en no ir a la moda estrictamente llevada, afirmando que ‘la indeterminación produce la distinción’. Se puede, por tanto, ser un gentleman, un caballero elegante sin ser un dandi, pero no se puede ser un dandi sin ser elegante”. Esta es una de las cartelas de la exposición ‘La moda en la Casa de Alba’, que he visitado la fría mañana del domingo, antes de tomarme una ensaladilla.
Me gusta hablar de elegancia porque creo que es un término que se ha abandonado al fondo del armario, junto a los jerséis repletos de pelotillas. Casi podría decirse que es un adjetivo, un estilo de vida vintage. Ya nadie quiere ser elegante: quieren ser exitosos, modernos, famosos. Pero ya no queda nada de la elegancia que tan de moda estuvo a principios del siglo XX. Mentira, esta semana descubrí que hay celebrities que siguen siendo elegantes: Olivia Palermo es una de ellas.
“En unos tiempos, principios del siglo XX, en el que el buen gusto y la distinción no solo era una cuestión de estética o de belleza, sino que participan otros factores como la actitud, el comportamiento y todos los aspectos de la vida en sociedad…” seguía la cartela, refiriéndose a que como dice Balzac, no consiste tanto en el traje como en el modo de llevarlo. Olivia sonrió amistosamente y saludó a todo el quiso hacerse una foto con ella, mientras el resto de la fiesta tomábamos champagne. Se nota que Olivia es elegante. La educación, la humilded, la sencillez… Son primas hermanas.
Este tipo de exposiciones, conocer a personas así, o rodearse de belleza sosegada -una vela, las lentejas del jueves en un plato de La Cartuja, el otoño en Madrid-, llenan mi alma de esa calidez que me produce cuando veo elegancia. En realidad, como decía el fotógrafo Cecil Beaton, no es más que “agua y jabón”. La sencillez de lo bello, lo puro. No es solo una camisa blanca bien puesta, con las mangas remangadas y el cuello levantado. Es buena educación, es actitud, como se decía a principios del año pasado.
“¿Qué es la elegancia?” le preguntaron a Cecil Beaton. “Agua y jabón”.
Hace un par de sábados estaba con mi padre tomando un chait latte en Il Tavolo Verde, un coqueto café detrás de la calle Serrano, en el que hay luces tenues, velas y ahora, gente cosmopolita. Entró una pareja elegantísima y con personalidad. Ella llevaba un pantalón de pana y un moño deshecho como en las películas. Él, casco en la mano, americana de lana y un pañuelo. Pensábamos que venían a tomar un café, eran los dueños. Encendieron las velas apagadas y nos sonrieron. Fuimos a pagar, un poco caro. Es el precio por pagar lo que vimos. Por un día, no nos importó.
El elegante Palacio de Liria.
Para que hables en el próximo Guateque…
El bar: La ensaladilla, mi favorita de Madrid, la ponen el Bar Atómico Morales, muy cerca de Moncloa, en la calle Meléndez Valdés.
La exposición: ‘La moda en la Casa de Alba’ es una bonita exposición, comisariada por Eloy Martínez de la Pera y el diseñador Lorenzo Caprile, en el que poder descubrir que la Duquesa de Alba era una gran amante de la moda. Se ve en poco tiempo, no está mal.
La canción: Me da muy buen rollo esta canción y ha sonado mucho estos días
(Porque ya sabes que en los guateques se hablan de muchas cosas).
Pensaba que ibas a hablar en tu post del libro de Marta Riezu, que así se llama, Agua y jabón. Si no te lo has leído, te lo recomiendo!